Tal vez a ti te habrá pasado algo parecido alguna vez. El ego nos pide acertar siempre y responder de inmediato, pero no somos eso, y a veces podemos ser certeros y rápidos y otras veces la cosa nos despierta procesos y hemos de ir a otro ritmo: el nuestro.
Entender que todo el mundo al fin y al cabo hace lo que puede produce cierto alivio. Dar tiempo al otro o a una misma es un acto de amor. Saber que si hacemos más de lo que podemos enfermamos, nos da un límite apropiado a nuestra condición de seres encarnados. Así que cuando suena la primera alarma, yo agradezco un montón saber que me tengo que aquietar y escuchar. De esa dulce espera hasta volver equilibrarme siempre salen cosas buenas.
He dicho “dulce espera” pero todos sabemos que suele no ser tan dulce. ¿Por qué? Lo que cambia todo es la presencia o su ausencia. Empezar a darnos cuenta de algo, aceptar que eso es así y adaptarnos, no hacer como si no estuviera pasando, ponerle remedio antes de que sea más grave, encontrar el amor subyacente, etc… Todo surge de la presencia. Darnos cuenta de que sufrimos y podemos hacer algo diferente viene de la presencia. La interrupción que nos supone un síntoma o una emoción es algo tal vez poco agradable, hasta que reconocemos que es nuestro propio lenguaje interior intentando recuperar la coherencia. La presencia es algo que hay que cultivar y practicar.
Te pongo un ejemplo. Hace poco tenía que dar una charla y mi garganta estaba inflamada, finalmente pude hacerla por tres cosas:
- Porque acepté que no podría darla como si no tuviera la garganta inflamada. Tenía que aceptarlo y adaptarme.
- Porque sabía cómo cuidarme antes, durante y después del evento.
- Porque sentía amor por la enseñanza, las personas y por mí misma.
Es decir, aceptación, adaptación, acciones correctas, y el gran sostén: el amor.
Esto puede parecer sencillo, pero yo misma lo he analizado para ponerle presencia, porque de la teoría a la práctica hay todo un mundo, y suele ser donde más nos perdemos. Y para colmo, hoy en día todo el mundo es maestro y todos saben cómo se puede tener éxito. No me creo de esta misa ni la mitad. Al final la respuesta y la creatividad provienen de nuestra propia intimidad esencial. Y aprender sobre esto es lo más valioso y lo que más despierta la propia inteligencia creativa. En verdad, yo lo que sé es que, tanto como aprendiz como maestra, las personas necesitamos ir a nuestro ritmo para hacer cambios reales y duraderos, que agradecemos el acompañamiento y sabemos que lo que hacemos es importante por el nivel de presencia que conseguimos despertar. Lo único que puede darte el éxito es ser tú, sin disfraz. Lo único que puede darnos satisfacción es la verdad. Para que esto no sean palabras huecas e insípidas hace falta presencia, autenticidad. Hace mucho tiempo que dejé de intentar ser otra persona y te lo recomiendo. Hace mucho bien. Y como la vida sigue, no se puede hacer otra cosa más que seguir descubriéndola, descubriéndonos. ¿Te suena?
SÍ, mirarse con honestidad requiere agallas, ya lo creo, pero también es divertido.
Y sí, tener buena compañía ayuda mucho y a veces es lo que marca muchas diferencias.
Se puede “aprender a pensar por uno misma/o”, lo cual es fascinante.
Siento que parte de mi buena fortuna es tener un camino que puedo practicar a diario. Doy gracias por esto. En mi caso, es el yoga pránico potente y meditativo como Sri kundalinī-yoga, que me aporta conexión, valentía, centro, claridad y comunidad. Siento que yo puse la valentía y la constancia, pero tuve la suerte de cruzarme y saber aprovechar algunas oportunidades sin distraerme. Una oportunidad puede ser plantearte seriamente cuál es tú próximo paso en la vida, sin distraerte en el que dan los demás, ¿qué vas a hacer tú para colaborar con tu felicidad?
Feliz día. Espero que esta escuela entre con cariño en tu diario de viaje vital.
Si te interesa incorporarte a mi curso-comunidad llama o wassapea al 626476938.
Con cariño, Siri Tapa