Gobinde Colabora
Siempre he querido que, gracias a todo el equipo de Gobinde, pudiésemos tocar a la gente y nuestra sociedad más cercana, y también participar en una organización humanitaria fiable y que funcione. Escogí la Fundación Vicente Ferrer porque ya teníamos una relación personal, que ahora te contaré, y he podido comprobar su labor sobre el terreno, lo que ha aumentado mi admiración. En mis cursos suelo hablar de la visión y acción de Karma-yoga, de la practica desinteresada, y, para mí, Vicente fue un maestro.

Como los conocí…
Cuando era adolescente mi madre me llevó al cine “Ateneo”, para asistir a un documental fotográfico de la Fundación Vicente Ferrer, con coloquio y cena de sobaquillo. La entrada servía de aportación al evento y a la fundación y eso ya nos hacía sentir partícipes de algo bueno, y, por aquel entonces, extraordinario, ya que estos eventos eran escasos y se daban a conocer a través de asociaciones del tipo de las “amas de casa” y el boca a boca. Recuerdo que fui un poco intrigada por lo que ella me había contado, pero también con algunas reticencias propias de mi edad. Tengo el recuerdo del asombro que me produjo ver a tanta gente en el cine de diferentes edades, la emoción de la expectativa y rareza que me producía la temática y el lugar del que procedía. Tanto las imágenes como la charla posterior me impactaron y no las supe canalizar hasta meses después, cuando con mis pocos dineritos recogidos durante varias navidades y pequeñas aportaciones mensuales pude apadrinar un niño durante todo un año. El hecho de poder hacerlo me inyectó mucha alegría pero también mucha perplejidad, ya que yo me consideraba pobre, pero con lo que tenía podía aportar algo para que otro niño, más pobre aún, pudiera vivir mejor durante todo un año. Ese plazo me dejaba flipada: ¿ese dinero para todo un año?
Desde entonces he estado pendiente de la Fundación de varias maneras. Afortunadamente he podido ir a visitarlos y quedarme allí varios días, he conocido su labor hacia las familias a través de las mujeres, he visitado a nuestros amadrinados, colegios de la Fundación, hospitales que colaboran y se benefician de su existencia, he visto los programas de educación, he charlado con las intérpretes y los chóferes… ¿Sabías que todas las personas que trabajan en la Fundación son gente de allí, que tras haber sido formados ahora ayudan a los suyos? Me ha parecido una labor exquisita desempeñada con mucho sentido común y una fuerte convicción de lo que las personas podemos lograr al unirnos con más amor y menos dogmas.
Pasan los años y sigo con mi confianza intacta en la Fundación.
Desde hace unos años, y no por primera vez, le estamos pagando los estudios a un niño a través de una cuota mensual a la Fundación, que nos mantiene informados de tanto en tanto. Es bonito recibir una carta suya cada navidad; me imagino que le dirán: «…acuérdate de que existe esa mujer (porque apadrina siempre una persona, no una empresa, supongo) que te está ayudando y es bueno escribirle», etc. Me imagino que tal vez le dará algo de pereza, y aunque me hace sonreír que me dedique esos segundos de «¿y qué le digo?», sé muy bien que no nos debe nada a nadie.
Otro evento que recuerdo muy claramente fue que cuando, siendo todavía más joven, me apuntaron a un grupo de excursiones para que me relacionara algo más. Tuve suerte con el monitor, pues al medio año nos entregó un libro de lectura a cada cual según lo que él apreciaba en nosotros; a mí me dio Siddhartha, lo cuál habla más bien de él que de mí. Esto fue el inicio de conversaciones interesantísimas, en una de ellas me dijo que había que ayudar pero que colaborar con ONG’S que ayudaban en la otra parte del planeta y no ser amable aquí con la gente cercana no iba a cambiar el mundo. Le estoy muy agradecida porque me mostrara este equilibrio y me ayudara a entenderlo.
Y como veis, estas palabras no cayeron en vano. La importancia que tienen los detalles que les aportamos a lo jóvenes nunca se sabe a dónde van a parar, parezca lo que parezca en el momento. Igual que a mí me nutrieron sin saber lo que ocurriría después, así la vida ha dejado en mis manos una escuela de vida yóguica en la que nutrir sin esperar demasiado a cambio, y así que florezca la vida sin ser sometida o subyugada.
Con tu aportación a la escuela, cada vez que practicas o estudias en Gobinde, estás colaborando con nuestra pequeña aportación al mundo.

Gobinde Yoga